Peter Cameron Scott era un joven cantante talentoso cuyo sueño consistía en llegar a ser  una estrella de la ópera. Sin embargo, estaba ante una encrucijada crítica en su vida y decidió dedicarse a servir a Dios con todas sus fuerzas dejando de lado el camino de la fama.
Scott, se matriculó en la Escuela de Formación Misionera de Nueva York. Después de su graduación, se embarcó para África en 1890. Su hermano pronto se unió a él, pero rápidamente murió a causa de las duras condiciones del lugar. Peter construyó el ataúd de su hermano y cavó su tumba. Pronto su propia salud estaba rota y se fue a Inglaterra. Allí, su esperanza se renovó mientras leía la inscripción en la tumba de David Livingstone en la Abadía de Westminster: «También tengo otras ovejas que no son de este redil».
Scott, fue a América y reclutó a otros a unirse a él en la causa de llegar a África con el Evangelio. Con otras siete personas, incluyendo a su hermana, regresó a África en octubre de 1895. En el informe de su primer año,se habían establecido  programas educativos y médicos  y los misioneros estaban haciendo progresos en el aprendizaje del idioma.
Pero poco después de este informe optimista, Scott, de 29 años, cayó enfermo y murió en diciembre de 1896, apenas 14 meses después de regresar a África. Poco tiempo después otros miembros del equipo también fallecieron hasta que en el verano de 1899¡ sólo un misionero permanecía en el campo de misión. El área se conocía como «cementerio del hombre blanco». Sumaban más los que habían muerto que las personas convertidas al cristianismo durante esos primeros años. Pero otros misioneros llegaron, con sus pertenencias en ataúdes. Los africanos estaban asombrados por su determinación y dijeron: «Seguramente sólo un mensaje de gran importancia inspiraría esas acciones!» En 1971, la Misión al interior de África se convirtió en la Iglesia Africana del Interior, que suman alrededor de un millón y medio de personas, bajo el liderazgo africano.
Esta historia de obstáculos y superación se une a otras muchas que nos recuerdan que el camino de la fe implica obstáculos que pueden ser vencidos, como en el caso de Moisés cuando nos sostenemos como viendo al Invisible.  Describe los obstáculos que enfrentó Moises según Hebreos 11 y las lecciones que tienen para nosotros hoy.

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